SARTRE: Su filosofía en mi vida

SARTRE: Su filosofía en mi vida

El Existencialismo en mi vida

Jean Paul Sartre y su filosofía existencialista llegaron a mi vida como la mayoría de las cosas importantes llegan a la vida de un ser humano: sin buscarla.
Unas peregrinas de la cultura, en medio de su viaje, se cruzaron conmigo, regalándome un libro de este genio literario. Este hecho, junto a a su predicación del Santo Evangelio de los Oprimidos (la filosofía de Marx), influyeron notablemente en mi pensamiento.
a todos ellos les debo, indudablemente, gran parte de la formación intelectual que hoy es mi orgullo.

lunes, 22 de octubre de 2007

CLASES DE SPIGUEL

Clase 1
Orden socio-histórico

El orden social se refleja en la vida cotidiana a través de sus tres áreas: la familia, el trabajo, y el tiempo libre, donde a su vez, éste se oculta y se muestra. Este orden social constituido por grupos y sociedades es histórico cambiante y posee contradicciones que estructuran el psiquismo humano.

Teoría liberal

El “hombre natural” es el mito que fundamenta la teoría liberal económica, cuyo máximo ejemplo es el relato literario de Robinson Crusoe, que refleja la ideología burguesa de considerar a los hombres como “átomos” que se unen en el mercado. Estos hombres aislados se pisan unos a otros, por lo que surge el Estado como mediador de esos salvajes. Así se demuestra que el hombre es un sujeto previo a la sociedad. Esto nos lleva a una naturalización de lo social, apoyado por teorías científicas socio biológicas que legitiman el orden social actual. Pero la realidad no es así, aparece unilateralizada en esta concepción.

Materialismo histórico

El materialismo histórico comparte el ECRO Pichoniano, al igual que lo hacen las modernas teorías antropológicas e históricas. Estas consideran a la sociedad como algo objetivo, estudiable a través de la acción práctica donde el sujeto produce su propia existencia.
El hombre, a diferencia de los animales, posee conciencia de su relación con la naturaleza, produciendo sus bienes y existencia creando una naturaleza sociocultural. Ello lo realiza a través del proceso del trabajo, que es cambiante en la historia y termina reemplazando la naturaleza primaria y ésta define nuestras formas de satisfacción. El hombre y sus necesidades solo se realizan en relaciones con otros hombres: primero existió la manada, después el individuo.
Esta doble relación hombre-naturaleza y hombre-hombre contó con la cooperación como su primer motor. Sin sociedad el hombre no existe, he ahí la génesis del lenguaje. Estas relaciones de producción cambiaron junto a las fuerzas productivas donde el sujeto es productor y producido, cambiando estas relaciones en el tiempo y siendo el motor de las sociedades.
La doble relación praxis-sociedad lleva estudiar sus efectos en la psiquis. La sociedad está formada por grupos, clases, etc. que se interrelacionan y entran en conflicto. Hay múltiples grupos y formas de clasificar los hombres, de manera “aparencial”. Debemos trascender las apariencias para llegar a las estructuras que sostienen la vida cotidiana.
Las relaciones determinan agrupamientos. En las viejas sociedades comunistas, en algún momento un grupo se diferenció creando los “ricos y pobres”.
Todas las sociedades tuvieron sus mitos justificadores como ser, por ejemplo el “orden de Dios”, entre otras. Estas diversas relaciones conducen a cambios ideológicos y los mitos ocultan estos procesos de producción.
La estratificación económica no considera los mecanismos sociales y son origen del estatus o poder. Las clases sociales están definidas por la apropiación del excedente de la producción (estos propietarios controlan lo político, social, etc.) que condujo a la esclavitud y a la primitiva sociedad de clases. Llega un punto en que este sistema se traba, llevándose a cabo una revolución social, que motorizan la historia.
Las clases sociales están definidas por la actividad productiva, y ese lugar que ocupan está a su vez definido por tres rasgos: 1- la relación respecto a la producción (se vende la capacidad de trabajo a cambio de un salario en una organización jurídica que favorece al sistema); 2- el rol que se cumple dentro de la organización social (quien dirige y quien es dirigido: no es lo mismo un obrero ni un jefe de losa distintos sectores industriales); 3- el monto de riquezas percibido (la distribución de las riquezas obtenidas en la producción).
Las clases funcionan como conductas sociales y nos preexisten produciéndonos, y nosotros recreamos y transformamos dichas relaciones que se expresan en la vida cotidiana afectando nuestras representaciones. Así se refutan las teorías neoliberales de la inexistencia de clases. Es importante destacar que la complejidad social no es reductible a dos clases fundamentales, sino que existen categorías medias: pueblo, semiproletariado, asalariados, pequeñas burguesías urbanas, intelectuales, estudiantes, etc. Por lo tanto, hay que estudiar la particularidad social de los sujetos en su génesis, ubicados en tiempo y espacio específicos. Así también no existe el capitalismo absoluto como tal, pero sí sectores particulares del mismo.
Para realizar un análisis eficiente no debemos olvidar el país y su situación particular y asumir la complejidad de la relación entre individuo y clases en sus tres factores: origen de clases; rol dentro de la clase y posición ideológica de clases, y ver como actúa ello en la historia personal del sujeto. Cuando un individuo “progresa” la clase continúa existiendo, por lo que la educación (entendida como herramienta del sistema para perpetuarse) no es la solución al problema de clases. Éstas son dialécticas y el conflicto es el motor de la historia, en profunda relación con categorías étnicas y culturales, por lo que debemos reconsiderar las situaciones aborígenes.

Clase 2:

Recapitulación

La historia de la división de clases se caracteriza por tener su origen en una primitiva sociedad recolectora comunista que más tarde, con la aparición de la agricultura y el consecuente del excedente productivo, hizo posible la división del trabajo, y con ello la aparición de otras formas de propiedad.
Las clases sociales habían sido definidas con anterioridad no como estratos clasificados según criterios subjetivos del investigador, sino a través de una definición objetiva de la categoría clase según la cual éstas emergían de acuerdo a su ubicación en el proceso productivo. Las clases son grandes grupos de hombres que se relacionan y diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un determinado sistema de producción social, determinado por tres elementos: el primer nivel: los medios de producción; el segundo nivel: su posición en la organización social del trabajo y el tercer nivel: las relaciones de distribución del producto.

Los modos de producción

A lo largo de la historia cambiaron los modos en que el hombre se relaciona con la naturaleza, encontrándose un particular modo de producción predominante en cada sociedad determinada (la sociedad esclavista, sociedad feudal, sociedad de producción capitalista). Estos modos evolucionan gracias a las revoluciones sociales, y es después de la Revolución Francesa cuando se crea un sistema legal de defensa y protección de los bienes privados a favor de los burgueses, llegando así al actual capitalismo, donde la esclavitud es económica y la libertad es poder optar entre morir de hambre o trabajar en condiciones de explotación. El trabajador está enajenado en su trabajo, la propiedad, el tiempo libre, la ideología, etc. Este sistema capitalista sufre crisis de súper producción cíclicas.
El salario “congelado” frente al avance tecnológico, entre otros factores, genera la plusvalía de la que se apodera el capitalista.
Considerando que es el hombre el que hace su propia historia y la dialéctica del hombre producido y productor de sus condiciones de existencia, cada formación económico-social debe ser analizada en particular. En Argentina encontramos diversas clases: el pueblo, los semiproletarios, asalariados, pequeña burguesía urbana, los intelectuales, los estudiantes, el campesino pobre, el campesino medio, el campesinado rico, y también, las clases dominantes. Estas están compuestas por los terratenientes en asociación con los capitalistas extranjeros, monopolizadores de los medios de producción y el mercado, son los dueños de la estructura económico-social argentina. En medio de ellos se ubica la burguesía nacional dependiente. Por lo tanto las sociedades son concretas, únicas e irrepetibles. Los pueblos indígenas y sus problemáticas también poseen una estructura económica de fondo.
La condición de clase permea todo: paisaje, ambiente, pensamiento, etc. La discriminación es reflejo de la idea dominante feudal de la época de las colonias que se cristaliza en nuestras costumbres, surgiendo nuevas formas de explotación y dependencia, como ser el artercentrismo, es decir, la creencia de que lo bueno está afuera, en Europa.
Para que haya un cambio deben cambiar el modo de producción y las estructuras sociales, suponiendo un cambio político y cultural.
El desempleo es necesario para el capitalismo y su presencia masiva genera la baja de sueldos, sobreviviendo las empresas poderosas “comiéndose” a las pequeñas. La tecnología no genera la desocupación, sino el uso social que se hace de ella: en vez de ahorrar trabajo al empleado, ahorra empleo al capitalista. Esto motoriza la competencia. La desocupación en Argentina no es solo a causa del desarrollo capitalista, sino también al atraso de fuerzas de producción (falta de industrias). Es un efecto pluricausal, no inevitable, pero para ello debe cambiar el sistema social.
Los movimientos sociales son expresión de la opresión ocasionada por el sistema, y estos no constituyen los “excluidos” del mismo, sino que demuestran el carácter social de la actividad humana, donde las instituciones surgen como mediadoras.
Otra falsa teoría (junto a la de los excluidos) es la economía virtual que lleva a grandes crisis que conducen a la ruina a un amplio sector de la población. Nunca se asiste al fin del trabajo, y el capitalismo no es la última instancia de la humanidad, como se nos intentó hacer creer.
La fuerzas armadas no constituyen una clase social, sino conforman una institución que nuclea diversos sujetos y, aunque la mayor parte provengan de las clases populares, están dentro de una institución cuyo sentido es defender al orden instituido.
Toda política expresa los intereses de una u otra clase y se refleja en el plano cultural e ideológico, en una relación dialéctica entre estructura y súperestructura.
La sociedad es un todo articulado, fundamentado en la producción, con correlato en las representaciones, es decir, las ideologías. Desde el mito de Crusoe, el orden social ha sido legitimado disfrazando la realidad, que realmente no está dividida en clases de manera natural, sino a través de los encubrimientos del sistema. Estos mecanismos de encubrimiento son: universalizar lo que es particular, eternizar lo que es histórico y naturalizar lo que es social, mecanismo de la ideología conservadora.
Se produce así una lucha ideológica, puesto que son varias las ideologías que conviven dentro de una sociedad, aunque solo algunas predominen. La práctica social rompe con las ideologías, cuando las contradice la vida cotidiana, aunque a veces se desmiente la propia percepción, por ejemplo, como lo hacen los medios.
Los hombres son sujetos de la productividad social, de la práctica, pero también de la ideología y es este el plano en el cual toman conciencia de sus conflictos y luchan por resolverlos en el plano político. (Marx).
En cuanto a la ciencia, su objetividad es imposible, los paradigmas son variados y algunos oscurecen la verdad, y otros permiten transformar el mundo; pero todos ellos inciden en el sujeto. ¿Por qué dominan los que dominan? Porque tienen el poder económico y suelen tener el poder espiritual y los medios para imponer sus concepciones. Estamos hablando de relaciones de dominio, de autoridad y de mando de unos hombres sobre otros, de unas clases sobre otras, cuyo aspecto más básico son las relaciones de coerción y de violencia.

El estado

Contraria a la concepción antropológica de Hobbes y su análisis del Estado, éste surge como una institución material y simbólica representacional y jurídica monopolizada por quién se encuentra en el gobierno y sostenido por la sociedad. Este no existió siempre, sino que se originó cuando un grupo de propietarios se vio obligado a cuidar y perpetuar su excedente. Así monopolizó las fuerzas y dicto las leyes, haciendo del Estado un instrumento de dominio y opresión que se fundamenta en la coacción. La justicia así entendida, se configura como una justicia de clases ejercida a través de la acción del Estado.
Otro instrumento del Estado, además de la coacción, es el consenso (hegemonía ideológica), ejercida por los medios de difusión montadas sobre las bases de la coacción. La actual crisis es total, incluyendo a las fuerzas armadas, donde surgen nuevas instituciones enfrentadas que luchan por el poder.
El Estado intenta dividir, impidiendo la unidad de los oprimidos y perpetuando una contradicción histórica: para beneficiar a algunos debemos perjudicar a otros. Surgen así dos aspectos diversos de la política: en la acción la política de personajes y en la ideología, el reflejo del nivel supremo de la crítica de la vida cotidiana (Riviere). Es en ese plano del poder político donde se resumen y reflejan el conjunto de las condiciones concretas de existencia social de los hombres, las contradicciones del conjunto de la estructura social y el plano en que pueden resolverse.
Analizar la historia nacional resulta fundamental, puesto que primero es necesario ver como son las cosas para poder después cambiarlas. Muchas veces la educación es tomada como sinónimo de adaptación al orden establecido, pero también es en su seno donde se gestan las ideologías capaces de criticar y contradecir las imposiciones y abusos del sistema. Resolver esta contradicción inherente al sistema educativo es la clave de la verdadera lucha.

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