SARTRE: Su filosofía en mi vida

SARTRE: Su filosofía en mi vida

El Existencialismo en mi vida

Jean Paul Sartre y su filosofía existencialista llegaron a mi vida como la mayoría de las cosas importantes llegan a la vida de un ser humano: sin buscarla.
Unas peregrinas de la cultura, en medio de su viaje, se cruzaron conmigo, regalándome un libro de este genio literario. Este hecho, junto a a su predicación del Santo Evangelio de los Oprimidos (la filosofía de Marx), influyeron notablemente en mi pensamiento.
a todos ellos les debo, indudablemente, gran parte de la formación intelectual que hoy es mi orgullo.

lunes, 29 de octubre de 2007

LA DOMINACIÓN MASCULINA

LA DOMINACIÓN MASCULINA

Fuente: Pierre Bourdieu

La violencia simbólica

La supremacía universal del hombre se basa en las estructuras sociales, que le confieren el mejor papel y se reproducen en esquemas que subyacen en todos los habitus.
Hablar de violencia simbólica no es minimizar la violencia física, puesto que posee efectos reales.
Las estructuras de dominación son históricas y apoyadas por individuos e instituciones (escuela, iglesia, aparato legal, estado, lenguaje, medios de comunicación, etc.). Los dominados “naturalizan” la dominación, produciéndose una autodenigración, donde la mujer se somete voluntariamente, no conscientemente, sino debido a la internalización de las estructuras de dominación. Ej: las mujeres, al momento de buscar una pareja, reproducen estas estructuras y se guían por los estereotipos impuestos socialmente, como por ejemplo, buscar hombres altos o de mayor edad, a cualquier otro tópico que las haga sentir protegidas, seguras, “inferiores”.
El casamiento, en ciertos medios, es utilizado por las mujeres para obtener una mayor posición social, es decir, se realizan por interés. Es así como el amor termina teñido de beneficio social.
El efecto de dominación se produce a través de esquemas de apreciación, percepción y acción que superan las conciencias y la voluntad. Esta dominación es espontánea e impetuosa, de efectos duraderos. Es efectiva porque se apoya en condiciones internalizadas con anterioridad, a través de las primeras interacciones con las estructuras de dominación.
Luego, estos actos de dominación adoptan la forma de emociones corporales, pasiones y sentimientos: “El cuerpo es cómplice de las censuras sociales” Ej: Si nos desnudamos frente a otros (medio social) sentiremos vergüenza (nivel psicológico), e irremediablemente nos “ponemos colorados” (respuesta a nivel corporal ante la internalización de las estructuras sociales de dominación).
La exclusión de la mujer es remplazada por la autoexclusión y la coacción, imponiéndose una agarofobia (rechazo al contacto social) en la mujer que es desplazada de la escena social.
La ley social convertida en ley incorporada no puede vencerse solo con la voluntad y la conciencia. La sumisión es producto de la internalización de estructuras que se sustentan a sí mismas y el poder simbólico no puede ejercerse sin voluntad del dominado. No son efectos de un sujeto aislado, sino de un sistema. No se trata de simples “ideologías”, sino de “estructuras inscriptas en los cuerpos y en las cosas”. Esta violencia simbólica limita las posibilidades de pensamiento y acción y la revolución solo será posible si se modifican las condiciones de producción.

La mujer en la economía de bienes simbólicos

Los habitus son inseparables de las estructuras que los configuran y los reproducen, tanto en los hombres como en las mujeres, que se fundamentan en las estructuras del mercado de bienes simbólicos. El mercado matrimonial es el dispositivo central de la dominación, constituyendo el fundamento de todo el orden social. Tanto el parentesco como el matrimonio contribuyen a aumentar el capital simbólico del hombre y el tabú del incesto (prohibición de casarse entre hermanos, con los padres, etc.) son el origen de esta sociedad donde las mujeres son consideradas como instrumentos. La mujer circula como una moneda y en las relaciones de comunicación, sigue siendo una mercancía.
Las estructuras no se mantienen solo por lógica, sino que esto se debe al papel activo de los hombres y pasivo de las mujeres que esto sea así.
La genealogía familiar mantiene y reproduce la organización social, utilizando conceptos como el de “honor”, “orgullo familiar”, entre otras estupideces.
Las mujeres son protegidas en su valor de intercambio, consideradas un capital social que embiste de prestigio y honor a las familias, llevándose esto a cabo a través del sistema de alianzas (casamiento).
Es la economía de los bienes simbólicos quien organiza nuestra percepción del mundo social y en la reproducción biológica, el hombre se constituye como el factor activo y la mujer como el soporte, el recipiente del acto sexual.
Los hombres monopolizan las representaciones, donde las mujeres son objetos y las hombres imponen su aptitud. Se establecen “cargas” a las mujeres, definiéndoles roles y actividades prefijadas: rituales tanto públicos como privados. Ej: maquillaje, moda, figura estética, comportamiento, etc. al hombre, se le inculca el sentido del honor y de la virilidad, que les confiere el status de “dignos”.
Esos habitus están regidos bajo la concepción de diferenciar lo masculino de lo femenino. Se predican la sumisión a las reglas y normas a través de estrategias matrimoniales, educativas, económicas, sexuales, etc. todas ellas orientadas hacia la transmisión de los poderes y privilegios heredados.
Las mujeres quedan excluidas de lo social, fuera de todos los aspectos serios de la existencia humana. La circularidad del sistema comprueba la arbitrariedad en el mismo.

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